¿Habéis probado alguna vez a quitaros las gafas por la noche y mirar por la ventana? No importa mucho si es la de tu habitación o la de un autobús, ni es necesario siquiera que haya una ventana.
Luces. Mires adonde mires no verás más que luces. Amarillas y blancas en su mayoría, también rojas y verdes. Grandes y pequeños círculos de luz difusa que te rodean y te roban el pensamiento por unos momentos. Te das cuenta de que vives en un mar de puntos brillantes. Montones de ellos, por todas partes, moviendose con el ritmo de una melodía cambiante.
Es una visión realmente bonita. Aunque no se muy bien si esa belleza reside en el color y el contraste o en el hecho de haber descubierto algo que siempre ha estado ahí. Algo que sencillamente no te habías parado a observar.
Alguna ventaja tendremos los miopes...
