Existen personas que también son pequeñas. Con ellas es fácil encontrar los rincones y los huecos escondidos, y explorarlos todos. Si no llegamos al armario de las galletas cocinaremos las nuestras propias, o fabricaremos una máquina increible que nos permita llegar hasta ellas. Si un bordillo es demasiado alto recorreremos las calles hasta encontrar otro más pequeño, o nos sentaremos a su sombra hasta que se aburra y nos deje subir. Junto a las pequeñas personas transformamos el mundo en uno a nuestra medida.
Además, cuando eres pequeña acabas rodeándote de personas muy grandes. Personas que me bajan el tarro de las galletas entero y se lo comen conmigo, personas que me ayudan a subir los bordillos que me encuentro, que me llevan al hombro cuando me canso y que me cojen antes de caerme. Personas que hacen que vivir en un mundo tan grande sea un poquito más fácil. Personas tan grandes que me recuerdan a todas horas lo pequeña que soy.
Y es que cuando eres pequeña las necesitas a todas, a las personas grandes y a las pequeñas.
