Es pequeño, porque no me gustan los lugares en los que me pueda perder. Me da miedo perderme. Siempre hace calor, no me gusta el frio. Pero no es un calor agobiante, no, es un calor agradable, que invita a estar con falda y manga corta, a cerrar los ojos y dormirme en un rinconcito.
Tiene muchos colores, uno para cada momento y todos para mi. Para compartir, o para disfrutarlos sola. Porque sí, en mi mundo sí que existen. También hay burbujas de jabón, de todas las formas y tamaños que pueda imaginar. Tan pequeñas que hagan cosquillas y tan grandes que pueda meterme dentro. Además, huelen muy bien, como a colonia de Halloween.
¡Y chocolate! Caliente o en helado, pero siempre delicioso. Montones de chocolate para disfrutar en cualquier momento, y transformarlo en un choco-momento. Nunca faltan las palomitas de maíz ni los quesitos. Y para beber, agua fresquita.
Las noches son mágicas. Los colores se vuelven más oscuros y las estrellas iluminan el lugar sin necesidad de nada más. Y tumbada en el suelo puedo dibujar con ellas todo lo que me apetezca. Porque es mi mundo, mi pequeño mundo.
¿Cómo es el tuyo?